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La política de la sostenibilidad y la pandemia

Tensiones, conflictos y posibles acuerdos

No estamos frente a un mero problema técnico o tecnológico, ni solo ante una discusión sobre cómo cambiar la circulación de bienes, insumos y energías -y sus residuos–. Es en esencia, una discusión sobre cómo construir los acuerdos políticos que -entre otras cuestiones– deberán atender las múltiples dimensiones de la crisis, algunas que conllevan la urgencia de salvar vidas.

Ivan Lanegra

Publicado: 2020-06-05


La crisis global generada por pandemia del Covid-19 ha estado acompañada de voces que apuntan a lo insostenible del mundo humano actual. Ante ello, es natural ver innumerables llamados a dejar atrás esta situación y generar condiciones de sostenibilidad, para el planeta, la región y para el país. Sin embargo, para delinear posibles rumbos de acción necesitamos entender los peligros reales que enfrentamos, así como las condiciones sociales, económicas, culturales y políticas existentes.

Los próximos años serán los más difíciles en casi un siglo. La crisis llega en un momento de deterioro de la gobernanza para la cooperación multilateral, así como con muy disimiles capacidades y recursos nacionales, dependientes, en distinto grado, de la economía global. El fin de la crisis sanitaria es apenas el punto de partida de un escenario abierto de ajuste y reacomodo que no afectará a todos por igual. En estas condiciones, los países enfrentarán enormes demandas de sus habitantes ante el desempleo rampante y la insuficiencia crónica de los servicios esenciales. Décadas de concentración de los beneficios económicos han puesto en muy pocas manos una enorme cantidad de poder que hará más difícil impulsar políticas basadas en la solidaridad y la redistribución.

Los sistemas políticos reaccionarán de modo distinto frente a la crisis, no solo por el tipo de demandas sociales que enfrentarán, sino también por los distintos intereses particulares que les han servido de punto de apoyo. Habrá terrenos más fértiles que otros para liderazgos que promuevan, a pesar de estos obstáculos, nuevos acuerdos sociales. Otros países, en cambio, marcharán hacia soluciones autoritarias e injustas que exacerbarán las distancias socioeconómicas, profundizando y extendiendo -en el tiempo y en los territorios– la crisis.

Siendo necesarias respuestas globales, estas no pueden darse sin consensos nacionales. Y estos últimos solo pueden surgir de complejos procesos de construcción de alianzas entre actores que, por diversas razones, han estado separados o aislados. Tejer redes que enlacen esas energías dispersas y las canalicen hacia algunos objetivos mínimamente compartidos será esencial, pero nada asegura que todos los países lo logren, al menos en cierto grado.

La presión sobre los recursos naturales no disminuirá. Por el contrario, habrá más urgencia de ellos. En el corto plazo la discusión no será sobre usarlos o no. La cuestión crítica será sobre cómo y quién podrá usarlos, en qué condiciones, y cómo su aprovechamiento reducirá las brechas -en lugar de aumentarlas–. La presión de lo ilegal tampoco va a desaparecer. Para combatirla, la pura coerción ha mostrado ser insuficiente. Desterrar sus efectos más perniciosos demanda soluciones horizontales, acuerdos específicos. Nuestras ciudades, frente a los riesgos crecientes, se volverán más hostiles y nuevas barreras agudizarán la segregación y los guetos se extenderán. Evitarlo necesitará de cambios que tocarán intereses muy fuertes (legales, informales e ilegales) que dependen de la insostenibilidad. Y procesos globales, como la crisis climática, no cesarán. Como resultado los conflictos se multiplicarán, y ante ellos se formarán nuevas alianzas y coaliciones.

Es por lo expuesto que considero que cualquier respuesta a la crisis ambiental debe ser, en primer lugar, política. La defensa del interés colectivo será esencial. No estamos frente a un mero problema técnico o tecnológico, ni solo ante una discusión sobre cómo cambiar la circulación de bienes, insumos y energías -y sus residuos–. Es en esencia, una discusión sobre cómo construir los acuerdos políticos que -entre otras cuestiones– deberán atender las múltiples dimensiones de la crisis, algunas que conllevan la urgencia de salvar vidas.

Un llamado a la acción necesita dirigirse, en este contexto, a actores específicos, mirar territorios concretos, y orientarse hacia prioridades y objetivos, ambiciosos en el largo plazo y realistas en el corto. No puede plantearse un acuerdo de este tipo sin convocar e incorporar a los pueblos indígenas y a los afrodescendientes, a las mujeres, a las comunidades que viven de los bosques tropicales, de los amazónicos, o de las montañas o mares, o de espalda a los millones que dependen de la informalidad de nuestras ciudades, o de las economías ilegales. Del mismo modo, es necesario un liderazgo político, individual y colectivo, capaz de movilizar, pero también de negociar y acercar posiciones.

El 5 de junio conmemora el Día del Ambiente, pero también la tragedia de Bagua, ejemplo de lo que ocurre cuando el desprecio por la diversidad étnica y cultural conduce a la violencia. Por ello, la política que requerimos debe ser intercultural. Y no será ni política ni intercultural sin un Estado capaz de hacer reales los resultados de cualquier acuerdo. Sin una capacidad estatal mínima en el territorio, muchas vidas corren peligro, dura realidad que enfrentan nuestros pueblos indígenas amazónicos frente a la pandemia. No obstante, el poder estatal creciente puede conllevar también el riesgo del abuso y la arbitrariedad. Por eso, es fundamental el contrapeso de una sociedad de ciudadanos y ciudadanas, activa y crítica, que minimice dicho riesgo. Es por el canal institucional que formen el Estado y la sociedad por donde deberán discurrir las formas sostenibles de producción y consumo que hagan sostenible nuestra civilización.


Escrito por

Ivan Lanegra

Enseño ciencia política en la PUCP y en la Universidad del Pacífico. Tras 20 años en el Estado, intento escribir con simplicidad sobre él.


Publicado en

Ensayos de Estado

Textos breves sobre política, Estado y gestión pública