Obama y el legado climático
Importante anuncio de reducción de emisiones camino a la COP 21
Estados Unidos y China son los dos principales emisores de gases de efecto invernadero. Por esa razón son los países claves –si no los más importantes– para lograr un acuerdo vinculante y ambicioso que enfrente el desafío del cambio climático. Faltan pocos meses para la realización de la COP 21 en París y las declaraciones oficiales de dichos estados son esperadas con expectativa. Incluso el Papa Francisco –en su reciente Encíclica Laudato Si’– ha hecho un llamado a favor de reducir drásticamente las emisiones de dióxido de carbono y alentar el desarrollo de fuentes de energía renovables.
Este lunes, la administración del presidente Barack Obama ha dado un paso crucial. Ha afirmado que enfrentar el cambio climático, el que calificó como la mayor amenaza para el futuro, es una obligación moral. Por dicha razón anunció que en el año 2030 su país habrá recortado en un 32% las emisiones de dióxido de carbono de sus plantas energéticas -su principal fuente de emisiones- con respecto a los niveles de 2005. Y habrá aumentado hasta en un 28% la dependencia de los EEUU a las energías renovables. Para alcanzar estos objetivos serán necesarios 8,800 millones de dólares anuales por los próximos 15 años.
La justificación no ha sido solo ambiental y global. Correctamente, el gobierno ha alegado evidentes ventajas locales, en particular en la mejora de la salud –reducción del asma, de problemas respiratorios en niños (70%) y de muertes prematuras por enfermedades respiratorias (90%)– así como de competitividad en el largo plazo. El cambio de la matriz energética traería, conforme calcula el gobierno estadounidense, un ahorro promedio de 85 dólares anuales entre el 2016 y el 2030.
La oposición republicana no ha tardado en reaccionar. Ha acusado a la política anunciada por Obama de radical, regresiva, ineficaz –globalmente–, dañina para la clase media y baja norteamericana e ilegal. Una decisión que –señalan– proviene de “burócratas radicales” y de un uso “oscuro” e “inusual” de la legislación ambiental. Han anunciado que tomarán medidas frente a ella. Palabras que suenan muy familiares y que no constituyen sorpresa alguna.
Hillary Clinton, quien busca la nominación demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, dejó en claro que la decisión gubernamental formará parte de su plataforma política. No solo calificó la decisión de “paso significativo”, también alabó su diseño flexible frente a las necesidades y posibilidades de los estados federados. Ella ha afirmado la necesidad de defender la nueva política. “Los escépticos y derrotistas republicanos, incluyendo a todos los candidatos republicanos a la presidencia, no ofrecerán ninguna solución creíble", señaló la candidata. Aunque no será el eje de la campaña, es evidente que el tema será importante para los electores y candidatos en las próximas elecciones presidenciales.
Todo esto, desde luego, no implica ignorar las tensiones existentes entre las políticas económicas y las ambientales en los EEUU. En mayo, la administración Obama aprobó, condicionalmente, iniciar la perforación petrolífera en las aguas del Ártico frente a la costa de Alaska, “bajo normas rigurosas y estricta supervisión”. Otras palabras que también nos resultan muy cercanas. No obstante, es evidente que el anuncio climático va a formar parte del legado del presidente Obama. Un líder haciendo política ambiental.
Columna publicada en Diario 16.