Petróleo: ¿Quo vadis?
Columna en Diario 16
La caída del precio del petróleo –60% respecto a su valor en junio de 2014, en sus diversas modalidades– es una variable crítica en la coyuntura latinoamericana. Esta región representa el 19,5% del total de reservas probadas de petróleo y el 9,1% de la producción. El petróleo explica cerca del 90% de las exportaciones venezolanas, el 55% de las colombianas y el 60% de las ecuatorianas. Hay que sumar al panorama la reducción en el volumen de exportaciones petroleras en Venezuela y México. La preocupación es general. La capacidad de respuesta, variada.
“La baja del precio del petróleo afecta los ingresos y la inversión”, ha dicho el Presidente Juan Manuel Santos. Este año, Colombia verá reducir en 4,000 mil millones de dólares sus ingresos fiscales. Santos confía en una reforma tributaria, un mayor endeudamiento y en un aumento del déficit público para encarar la crisis. "Estamos empezando un año difícil” ha dicho su par, Rafael Correa. Su gobierno recortó el presupuesto estatal del 2015 en 1,420 millones de dólares. Y ha revocado un alza salarial de 5% prevista para los empleados públicos ecuatorianos. Por su parte, el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, ordenó un recorte de 9,000 millones de dólares (0.7% del PIB) en el gasto público.
Venezuela la pasa peor. Si se resta el petróleo comprometido con China, con el Programa Petrocaribe -que beneficia en particular a Cuba– así como el consumo interno –subsidiado–, el ingreso por las exportaciones petroleras llega a 20,000 millones de dólares anuales. El problema es que necesita de 77,000 millones al año para cubrir el costo de sus importaciones. Recortes y ajustes serán indispensables. Un pragmático gobierno cubano ha ajustado su política internacional. El acercamiento a Estados Unidos le abre nuevas opciones. Venezuela y Ecuador se han acudido a China en busca de recursos para paliar la crisis. Los venezolanos le deben a China 20 billones de dólares.
El Perú –que importa más petróleo de lo que exporta– podría beneficiarse de los menores precios. Esto generará una reducción en los costos de la energía y en algunos insumos. Pero también hay malas noticias. El precio del cobre ha visto una fuerte caída que está relacionada a los ajustes que genera el menor interés en los commodities en el contexto de los menores ingresos por las exportaciones petroleras.
¿Qué pasará con las actividades petroleras peruanas? Las empresas –las que sobrevivan– deben realizar correcciones en sus políticas actuales. Esto implica reducción del personal, congelamiento de sueldos, cambio en las políticas de inversiones –afectando en particular la exploración -. A nivel global, Chevron, Exxonmobil, Shell, Total y BP han anunciado una reducción de sus inversiones para el 2015. En línea con estas políticas, en el Perú se reducirá la exploración, generando suelta de áreas, devolución de lotes y poco interés en las licitaciones. La producción petrolera también disminuirá si los costos de operación superan los ingresos por las ventas.
¿Qué consecuencias traerá este escenario a la Amazonía peruana? Al menos en el corto plazo habrá menos presión por nuevas áreas. El canon disminuirá. Y será menor el margen de negociación de las empresas frente a negociaciones con los pueblos indígenas. Esto puede acrecentar el efecto de un retiro parcial, temporal o definitivo de las empresas. Es posible que el precio del petróleo vuelva a subir –de hecho ha tenido un pequeño repunte– pero muy lejos de los niveles vistos hasta hace poco. Toca, por lo tanto, repensar la Amazonía en este contexto. ¿Cómo se reacomodarán los actores –legales, informales e ilegales– ante esta situación? ¿Será posible seguir caminos más sostenibles?