Los aplausos al cierre de la COP20 en Lima no fueron gratuitos. El Perú demostró ser capaz de organizar y facilitar una parada crítica dentro de un proceso multilateral áspero y complejo. ¿Su objetivo? Evitar que la temperatura del planeta suba 2°C con relación al período preindustrial. Eso implica lograr el consenso de 195 países con intereses diversos e incluso contrapuestos. “Llamado de Lima para la Acción Climática” se denominó el acuerdo alcanzado. 

Aunque imperfecto, le brinda oxígeno a la negociación que seguirá y tendrá su momento decisivo en la COP21 del 2015, en París. Le toca al Perú, en la persona del ministro Manuel Pulgar-Vidal, continuar con el diálogo. En general, un balance positivo en el frente externo. 

¿Cuál fue el impacto local de la COP20? La cobertura mediática –muy desigual en sus contenidos– contribuyó a que el 69% de la población urbana se enterara de la cita. Un 94% en el sector A-B. 

A la vez, el 58% de los encuestados piensa que la COP20 traerá proyectos beneficiosos medioambientalmente. La percepción no anda desencaminada. La COP sirvió para anunciar iniciativas de alcance nacional enfocadas tanto en la mitigación de gases de efecto invernadero, como en la adaptación a los cambios en el clima.

Pero, pasada la COP20, la mirada vuelve a las tensiones de la política nacional. La desaceleración económica ha generado presiones sobre la regulación ambiental, debilitándola. Si el menor crecimiento persiste el 2015 –en gran medida por factores externos– las autoridades ambientales enfrentarán un escenario muy difícil.

Publicado en La República, 22/12/2012, p.10.